En Chile para movilizarse de ciudad en ciudad la gente usa el bus
porque es más cómodo y la disponibilidad de trenes es casi ninguna.
El fin de semana salí de Santiago, todo transcurrió con calma,
me fue bien y como siempre regrese en bus.
Mi diversión cuando viajo es mirar por la ventana y siempre
noto que cuando faltan por llegar a Santiago unos 20
minutos, se ven muchos parques, casas y gente encargándose del aseo.
Hasta ahí todo va bien, pero al llegar a la esquina donde dobla
el bus a pocas cuadras del terminal, todo cambia, me recibe
un sitio baldío convertido en un asqueroso basural y guarida de
indigentes, sillones rotos, televisores tirados y basura en la calle.
La peor entrada a una ciudad que he visto, junto con esto debo
tolerar la vereda que casi desborda de tanta basura, hasta un
refrigerador destartalado había, rallas en todas las murallas
parece que cerca del terminal de Santiago no existen basureros
y no pasan los recogedores de basura hace mucho tiempo.
La peor cara se le muestra a los visitantes en unas pocas cuadras,
la falta de urbanidad y respeto por el medio ambiente es desconcertante.
Es en pocas palabras, la entrada de Santiago es una cochinada y eso está muy mal
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